La autoestima en una adolescente suele disminuir por los cambios físicos que tiene su cuerpo. Es una etapa compleja en las que debemos ayudarlas a crecer y obtener seguridad.
De acuerdo a estudio realizado por la empresa cosmética Dove se calcula que cerca del 92% de las adolescentes de 15 a 17 años de todo el mundo se sienten feas y desean cambiar al menos un aspecto de su apariencia física, entre las que el peso corporal es el principal. Y si bien a cualquier edad la falta de confianza en sí mismo puede ser un problema serio, los adolescentes que carecen de autoestima pueden ser solitarios, torpes en su trato con otras personas y muy sensibles a las críticas sobre lo que ellos piensan son sus insuficiencias, por lo que ayudarlas a crecer, a obtener seguridad, pareciera ser la clave para que se conviertan en mujeres confiadas.
Es por esto, que nuestra responsabilidad es ayudarlas a crecer con confianza en sí mismas. Si nos ocupamos de convencerlas de que son bellas, así se sentirán. Si, por el contrario, ocupamos nuestro tiempo marcándoles sus defectos… el resultado dejará mucho que desear. Esto no quiere decir que tenemos que omitir el medio vaso vacío porque nadie es perfecto y tenemos que educar para que los hijos mejores, pero sí debemos priorizar el medio vaso lleno para que el día de mañana esa niña se transforme en una adolescente segura de sí misma.
De acuerdo a la psicóloga Ernestina Arhancet “la madre, o la figura que la represente, es el primer modelo de identificación de toda mujer; por eso, resulta básico en la construcción de la autoestima, es el primer modelo de femineidad, el ejemplo a seguir, y la máxima responsable de la transmisión de valores y de aliento primero, y de contención después”.
Pero sabemos que construir la autoestima de nuestras hijas hoy es una batalla complicada especialmente porque los estímulos externos nos muestran estándares de belleza muy alejados con la realidad del físico adolescente. “Vivimos en un mundo donde los valores giran alrededor de la imagen. Cuando nos encontramos con alguien por la calle lo primero que le decimos es ‘¡Hola, qué flaca estás! ¿Cuánto bajaste?’. La flacura es un elogio, el máximo galardón. En los colegios pasa lo mismo. Las chiquitas de 10 años ya no sueñan con ser doctoras, ni maestras, ni bailarinas. Sólo quieren ser flacas; y las de 15 negocian la mítica fiesta de vestido largo a cambio de una nueva nariz u operarse las lolas”, denuncia Mabel Bello, medica psiquiatra, fundadora de la Asociación de Lucha contra la Bulimia y la Anorexia (ALUBA).
Los signos para sospechar una baja autoestima en tu hija
- Suele usar frases como el “no puedo”, “no sé hacerlo”, “nunca lo aprenderé”, etc.
- Tiene sentimientos de impotencia, con lo que suele enfrentarse a los retos convencido de que no los superará.
- Se deja influir fácilmente, cambia de ideas y de conductas muy a menudo y en función de con quién esté.
- Evita todas aquellas situaciones que le pueden provocar algo de ansiedad.
- Se queja de que los demás no le valoran.
- Tiene pobreza de sentimientos y de emociones.
- Se pone muy a menudo a la defensiva y se frustra con facilidad.
- Dificultades para hacer amigas
- Dependencia excesiva de la opinión de los demás
- Que se encuentre fea, gorda o demasiado flaca
¿Cómo potenciamos la autoestima?
La autoestima es la conciencia que tenemos de nosotros mismos y está relacionada con nuestra propia aceptación. Cuando su nivel es bajo, o porque no se ha desarrollado correctamente o porque se sufren “reveses”, somos vulnerables a influencias tóxicas o reaccionamos de forma inadecuada.
La comunicación familiar es el mejor arma para evitar estas influencias tóxicas; el dedicar tiempo a educar y que este tiempo sea de calidad, sabiendo poner límites cuando hay que ponerlos y reconocer sus logros, felicitándole por ellos, es la forma más adecuada de procurarle una autoestima correcta. Acá te damos unos consejos:
- No critiquen duramente a sus hijas porque, seguramente, bajarán su autoestima. En vez de decirle “estás muy gorda”, mejor invitarla a que juntas comiencen a alimentarse una comida más saludable
- No especifiquen sus críticas a distintas partes del cuerpo porque, seguramente, van a tener vergüenza de sí mismos y les va a costar la interacción con otros
- No comparen a sus hijas con otras. Frases como ‘qué lindas son las piernas de esa niña’ puede hacerles sentir que las de ellas son feas.
- No les demos una conferencia sobre qué deben comer si después les ofrecemos comida chatarra porque es más fácil no cocinar, o nos ven a dieta y de mal humor.
- Tener presente que ella es otra persona, independiente y distinta de nosotros. Respetarla tal como es.Ofrecer una seguridad basada en la coherencia: la coincidencia entre lo que se enseña y lo que se hace.
Hacerla sentirse observada y comprendida, y transmitirle que es una persona única e irreemplazable.
Amarla desde la expresión verbal, mostrándole el gozo que nos produce su existencia. El tacto es el gesto esencial para que se sienta querida. Hay que besarla y acariciarla no sólo cuando es bebé, sino también cuando rechaza esa muestra por pudor.
Aceptarla tal como es. Sólo de esta manera aprenderá a aceptarse.
Marcarle límites razonables, justos y negociables.
Plantearle normas y expectativas elevadas respecto de su comportamiento y rendimiento. No una actitud del “todo vale”, pero tampoco un “no vales”.
Elogiar y criticar su conducta, nunca a su persona. Cuidar el lenguaje, que puede resultar muy negativo, aunque parezca superficial y efímero.
Motivarla a tomar decisiones, a experimentar, a asumir riesgos y a responsabilizarse por éstos. No privarla de cometer errores.