Frenillos ¿Cómo saber si mi hijo los necesita?

Muchos niños necesitan llevar ortodoncia debido a diferentes problemas dentales, te contamos cuáles son las señales de que tu hijo o hija puedan necesitarlos.

Durante el crecimiento de nuestros hijos una de las cosas que los padres tenemos que tener mayor cuidado es fijarnos en el correcto desarrollo de zonas del cuerpo como la vista, la espalda, los pies y por supuesto los dientes, especialmente cuando comienzan a salir los dientes definitivos.

Si bien, nosotros mismos podemos darnos cuenta que algo no está bien con los dientes, es sumamente importante llevar a nuestros hijos a controles periódicos con el dentista, generalmente a partir de los 3 años cuando su dentadura de leche esté completa, aunque actualmente hay algunos especialistas que recomiendan hacer una revisión al año para evitar algunos problemas asociados a la primera dentición.

El dentista será el primero en señalar que existe algún problema como una mordida severa , dientes apiñados, dientes torcidos o una mordida cruzada, tras lo que derivará a nuestro hijo (a) a una consulta con el ortodoncista. De todas maneras, para pensar en frenillos, por lo general se calcula entre los ocho o nueve años, cuando todavía no tienen todos sus dientes permanentes y la mandíbula todavía está en crecimiento.

SIGNOS QUE HACEN PENSAR EN EL USO DE FRENILLOS

  1. Los dientes están superpuestos o torcidos: Esto generalmente sucede porque los dientes sean demasiado grande para el espacio en la boca o bien las encías o mandíbulas pueden tener una formación incorrecta y eso perjudica el correcto crecimiento de los dientes.
  2. Mandíbula superior e inferior son de un tamaño demasiado diferente: Cuando la mandíbula superior es mayor que la inferior el problema se conoce como ‘sobremordida’, y si es al revés se llama ‘submordida’. En ambos casos se gastan los dientes frontales y muchas veces provoca un fuerte dolor en el paladar.
  3. Motivos hereditarios: La mayoría de los problemas dentales sonde carácter hereditarios, por lo que si alguno de los pares ha tenido problemas de ortodoncia o tuvo que ocupar frenillos, es muy probable que el hijo también los vaya a necesitar.
  4. El niño (a) ha utilizado demasiado el chupete o se chupa el dedo: El repetido uso de accesorios como el chupete o la succión del dedo pulgar pueden llevar a la malformación de los dientes, por eso es fundamental que se retire el chupete antes de los 3 años de edad y no dejar que lo utilicen más de 6 horas al día.

Si nuestro hijo o hija finalmente necesita habrá que decidir cuál es el mejor tipo de aparato dental para él o ella. Los más recurrentes son los brackets, – que pueden ser metálicos, de porcelana o incluso de zafiro- que no es más que un alambre que se pega al esmalte dental con una resina especial.

Por otro lado están los aparatos removibles. Estos se utilizan para casos menos graves y son fáciles de limpiar por su característica que se quitan y ponen.

¿Cómo funcionan los frenillos?

Los frenillos en definitiva son pequeños soportes que van en la parte frontal de los dientes y van conectados por un alambre lo que obliga a los dientes a ajustarse lentamente a su posición correcta.

Muchas veces los frenillos también usan unas bandas de goma que conectan los dientes de arriba con los de abajo para añadir mayor presión.

Tu hijo también podría tener que usar bandas de goma (que conectan los dientes de arriba con los de abajo de modo de añadir presión milimétrica) u otra modalidad de la forma de un aparato de metal que encaja en las ranuras de los soportes y los envuelve alrededor de la cabeza del diente, tirando de los dientes del frente hacia atrás.

Una vez que los frenillos se retiran, (el tratamiento puede durar desde 6 meses a tres años, dependiendo de la complejidad de la corrección) se recomienda  a la mayoría de los niños usar por un tiempo más un retenedor, un aparato ortopédico hecho a medida y que es extraíble, con el objeto de mantener los dientes en su lugar.

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